Momento cotidiano.
Un momento cotidiano, en la vida de un pan
¿Te has preguntado alguna vez, que es lo que piensa un pan?
No te culparía por pensarlo alguna vez, somos interesantes, desde que
salimos de nuestra madre lo somos.
Solos, independientes, como simples rebanadas de Pan, solitarias, TODOS
tenemos el don de hablar, entendemos a los humanos,
aprendemos rápido por lo tanto aprendemos su idioma con demasiada
facilidad y rapidez, nuestra madre, es normal que la madre muera en el parto,
es decir cuando el "Doctor" le rebana su cuerpo para darnos a luz, es
imposible sobrevivir a un cuchillo.
-
Todo es luz, felicidad, tranquilidad y diversión cuando te empacan
con todos tus hermanos en una bolsa cerrada, todos convivimos y reímos,
usualmente cantando canciones de la patria del trigo, paz
y tranquilidad en la tienda o supermercado a donde vamos a parar,
todos juntos, a veces con algunos vecinos que gritan tan fuerte que no podemos
oírlos, es divertido a veces.
Sin embargo, lástima que no todo acaba allí, no, todo está a punto de
empezar, la tortura, la humillación... el genocidio.
-¿Qué pasa?, ¿por qué ese sujeto nos mira tanto?
me pregunta mi primo Jeff un poco preocupado, un hombre de aspecto
extraño y sospechoso está viéndonos con un carrito de supermercado.
-No pasa nada, no te preocupes, es solo un idiota.
Intento tranquilizarlo, aun y cuando yo mismo también estoy
asustado y confundido.
El hombre, era un sujeto de unos 23 años, delgado, pálido con
anteojos y muy alto, una camisa verde y muchos granos en la cara, nos mira como
si nos analizara, como si comparara cuál de todos los empaques de pan tenía
mejor sensación o algo así, no lo sé. acerca su mano a nuestro empaque, lo
sujeta y lo mira de frente, dentro del empaque, en donde yo y toda mi familia
estamos todos gritando, exigiéndole que nos suelte y nos ponga en donde
estábamos, sin embargo el idiota no nos escucha y empieza a estrujar el
empaque.
Fue horrible, los lugares en donde estrujó, Fue justo en donde estaba mi
hermano y mi hermana Jeff y Andrea, vomitaron ya que el idiota había apretado
justo en sus estómagos en el vómito de mi hermano había mucha
sangre, y mi hermana estaba convulsionando, por fin, cuando se calmaron un
poco, empezaron a llorar, nunca había visto a mis hermanos llorar tan
fuertemente, al parecer los dedos huesudos del flaco habían
roto algún hueso de mis hermanos, ese hijo de puta.
-Sí, creo que me llevaré este.
Dijo para después arrojarnos secamente en su carrito, para
nuestra suerte caímos en algo muy suave, al parecer había un
pescado congelado allí.
El flaco se dirigió a la caja registradora, pagó por los alimentos que
había comprado, algunas cervezas y revistas Playboy, nos llevó a su camioneta
familiar, al parecer su mamá le había mandado a hacer las compras de la casa.
Sabía que los humanos comían
pescado y otros tipos de carne, sin embargo, ¿para que un humano desearía tener
un pan?, es decir, hasta donde sé, no somos comida, Tampoco somos
entretenimiento o masajistas sexuales, ¿entonces para que nos querían?
Por fin, llegamos la casa, y después a la cocina, en donde la madre del
flaco lo regañaba por haber tardado tanto, traer cerveza a la casa y revistas
pornográficas, el joven no le hizo mucho caso y se fue a su cuarto.
La madre, solo suspiró y nos vio, fuimos los primeros a los que acomodó
arriba del refrigerador, en donde pudimos observar entre todos como acomodaban
el pescado en el congelador, las bebidas en el refrigerador, El huevo a lado de
la estufa en una canasta y las demás cosas a la despensa.
Todos pensábamos que la pesadilla había terminado, solo
nos mudábamos de casa, eso era todo... Oh, cuan
equivocados estábamos, eso no era nada, de repente, la mujer, que era una
señora de una edad avanzada, tomó nuestra bolsa y la abrió, ni siquiera quitó
el nudo del plástico que sellaba nuestra bolsa, simplemente rompió la bolsa y
sacó dos panes, ¡dos de mis hermanos!, La señora tenía a dos de mis hermanos en
su mano, mientras encendía una máquina de metal y los metía dentro...
Yo gritaba y gritaba, junto con todos mis hermanos, "¡Sáquenlos de
allí!" "¡Vieja bruja!", sin embargo nos ignoraba seguía con su
tortura, los metía a ese objeto de metal y jaló de un botón hacia abajo, esa
máquina al parecer se encendió porque notamos una luz anaranjada, y al parecer,
irradiaba calor.
Después de unos minutos esa máquina hizo un sonido extraño y expulsó a
mis hermanos fuera, la señora los tomó y los puso en un plato en la mesa... fue
horrible.
Sin embargo, nuestra perturbadora historia no termina allí, esto es solo
el platillo de entrada para el genocidio que viene después.
La mujer, quien lucía especialmente satisfecha por lo que le había hecho
a mis hermanos, salió de la cocina por un momento, todos mis hermanos y
hermanas se encontraban llorando, no podíamos creer lo que acababa de suceder,
mis dos hermanos más cercanos, acababan de ser asesinados brutalmente por una
señora loca.
Yo y mi familia oímos un grito espeluznante, al parecer la señora se
encontraba gritándole a su marido desde las escaleras de la casa que el “desayuno”
estaba servido en la mesa.
Justo después de eso, oímos pasos al parecer apresurados de un hombre
obeso, casi calvo, con un traje de botones y una corbata a medio ajustar.
La señora lo detuvo un momento para darle un beso en la mejilla la cual
el hombre inmediatamente se limpió con asco, pasó de largo de ella y se sentó
en la mesa frente al plato en donde yacían mis dos hermanos muertos.
-¿Qué es esto?
Preguntó el hombre a su mujer con cierto disgusto, al parecer de la
familia era el que estaba más cuerdo, ya que miraba con asco ambos cadáveres.
-Tu desayuno, ¿Por qué?
La mujer ahora parecía algo molesta, tal vez ofendida.
-¡¿Dos miserables panes con mantequilla?!
Se levantó (con cierta dificultad) el hombre de su silla, muy molesto
gritándole a su esposa.
-Si, ¿¡Por qué, hay algo de malo!?
La mujer ahora también estaba gritando.
-¡Me levanto cada jodida mañana a las doce en punto, trabajo como mula
todo el día para que tú y el maldito muchacho tengan una vida medianamente
mejor de lo que yo tuve!, ¡y me sirves esta comida de pobres!
El hombre estaba rojo como tomate, demonios, parecía que reventaría de
coraje.
-¡Tranquilízate, mi madre come esto todos los días, y ella no es pobre!
Se defendió la mujer, parecía que en cualquier momento se le vendría
encima su marido y empezarían a pelear como cuando dos borrachos entran al
supermercado.
-¡Tu madre es una ramera!
La pareja siguió peleando por algunos minutos más, hasta que el hombre
se hartó y se largó a trabajar, la mujer, solo se fue a su habitación y empezó
a llorar descontroladamente.
Allí es donde vimos nuestra oportunidad, yo y nuestra familia podríamos
salir de ese lugar infernal, no había nadie, así que sería relativamente fácil
salir del empaque y correr hacía la puerta principal, directa a la libertad.
Mi familia y yo empezamos a idear un plan sencillo;
•Saldríamos de la bolsa por el gran hoyo que la mujer había dejado en el
empaque.
• bajaríamos escalando los diversos imanes que sobresalían en el
refrigerador.
•Correríamos hacía la puerta en donde nos encontraríamos con la libertad
absoluta.
No podía fallar, era un plan perfecto… o eso creíamos.
Antes de que pudiéramos salir de la bolsa, alguien entró a la cocina,
bueno, no solo alguien, eran como 4 o 5 niños los que entraron a la cocina,
junto con el muchacho que compró nuestra barra de pan, al parecer le habían
encargado cuidar a los niños.
El joven, el cual parecía algo estresado por los gritos de los niños, de
repente, miró fijamente a mis dos hermanos los cuales se encontraban inmóviles
sin vida encima del plato en la mesa.
Cogió a mi hermano Charley y le mordió el rostro, justo en los ojos,
toda mi familia empezó a gritar de terror al ver como terminaba de devorar a
Charley, manchándose la boca con algo de mantequilla en el proceso.
Eso fue algo demasiado perturbante, sin embargo, lo que vi a
continuación lo fue aún más, pude notar… que mi otro hermano, se movía.
¡NO ESTABA MUERTO!
No podíamos hacer nada, el joven lo tomó igual que a Charley, solo que
este abrió los ojos débilmente, mirándolo primero a el… y después a mí, pude
notar una pequeña lagrima saliendo de su ojo, el cual sangraba mucho por las
quemaduras grabes.
Solo pudimos ver como llevaban a mi hermano, a nuestro hermano, hacía el
estómago del humano.
Después de esa masacre, los niños seguían corriendo, gritando, saltando,
diciéndole al humano que tenían hambre y querían comer, el joven los miró con
algo de estrés.
Nos miró nuevamente, como lo hizo algunas horas antes en el
supermercado, cogió la bolsa en donde estábamos, miró dentro para calcular cuántos
éramos, y nos arrojó bruscamente a la mesa en donde todos caímos.
Todos amontonados empezamos a movernos para tomar un poco de aire, la
caída no nos había sentado nada bien, el muchacho nos dispersó y nos contó, fue
al refrigerador y sacó algo de Mayonesa, queso y jamón.
Abrió la mayonesa… ¡y salvajemente la untó en cada uno de mis hermanos!
Todos los niños gritaban con alegría mientras repetían una y otra vez
“¡Sándwich, Sándwich, Sándwich!”
En todo el revuelo y agitación de mis parientes siendo bañados en aquella
sustancia blanca, me resbale de la mesa, caí al suelo, no me hice tanto daño en
la caída, sin embargo, el joven me vio caer, paró de untarle mayonesa a mis
hermanos y hermanas y me observó con asco, al parecer le dio pereza agacharse y
recogerme ya que solo me pateó, tal patada hizo que me deslizara debajo del
refrigerador.
Desde abajo del refrigerador pude observar lo que hasta hoy, cuando
estoy contando la historia, me persigue, el mayor genocidio del mundo, tal vez
incluso peor que la guerra fría, pude ver… a miles de niños, comiéndose a mis
parientes, juntaron a cada uno de mis hermanos en pareja, lo único que los
separaba era una rebanada de queso y jamón, esa imagen me perseguirá por el
resto de mis días.
Esa señores, fue mi historia, la historia del genocidio, la historia una
familia, separada por el intento de saciar el hambre insaciable del hombre…
Yo, sigo viviendo bajo el refrigerador, me las arreglé para robar una
servilleta y un lápiz que se le calló al hijo menor de la pareja, con el cual
me defiendo de los malditos cucarachos y ratas que vienen a reclamar un trozo
de mi cuerpo… pero no me iré sin pelear, aún tengo algo que demostrar, debo
demostrar que los Panes, no somos algo, somos personas con derechos también, y
no descansaré hasta tener a esos malditos asesinos ante la justicia.
Buen día a todos.
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